De moléculas a métodos: el blueprint LNG para Colombia/ LNG, versión 2.0: medir, iterar, ganar resiliencia

La noticia de EXMAR en Buenaventura no es un trazo más en el pizarrón energético: es el primer boceto serio de cómo Colombia puede administrar su incertidumbre de gas sin frenar la transición. Una FSU en la bahía interior, bajo contrato con Regasificadora del Pacífico (RDP) respaldada por Ecopetrol, no solo “trae moléculas”; instala un ritmo. Marca la cadencia con la que deberíamos aprender, medir y corregir, en vez de postergar decisiones a la espera del proyecto perfecto. Según las comunicaciones oficiales y la cobertura local, el arreglo está pensado para un volumen en el orden de 60 MMpcd y un horizonte contractual de cinco años, con condiciones precedentes como la FID por levantarse en los próximos meses. Ese es el dato operativo; lo crucial es lo que habilita: una modularidad que Colombia rara vez se permite. Exmar+2El Tiempo+2

Modularidad, en este contexto, significa entrar con una solución que encadena buques metaneros, almacenamiento flotante y una logística “capilar” small-scale isotainers, barcazas, camiones para llevar el LNG hasta la regasificación e inyectarlo al Sistema Nacional de Transporte. En vez de una única apuesta monolítica, el país ensaya una arquitectura por etapas que puede escalar o contraerse según demanda, precios internacionales y restricciones físicas de puerto y carretera. Es una decisión de realismo: ganar seguridad de suministro sin hipotecar el sistema a una curva de aprendizaje que no hemos transitado. La descripción técnica de ese flujo, ya publicada por fuentes del sector, ayuda a entender la promesa y sus límites: velocidad, sí, pero con una coreografía logística que hay que ensayar desde ahora. tanksterminals.com+1

La comparación internacional es tentadora, pero más útil es aceptar nuestras condiciones. Buenaventura no es un genérico en la geografía de la cadena fría: tiene meteorología, ventanas de atraque y retos de infraestructura propios. Si a eso se suma el pulso de precios de LNG que Colombia no controla , el principal riesgo no es técnico sino de ejecución: que el calendario político y el calendario de obra bailen músicas distintas. La letra menuda que emerge de las notas especializadas insiste en ese punto: cinco años firmes, opciones de extensión, operación y mantenimiento a cargo del oferente, y un Q4 de 2025 como hito para destrabar condiciones precedentes, incluida la FID. Ese es el pacto de seriedad que deberíamos exigir: fechas, responsabilidades y métricas al aire libre. Riviera Maritime Media+1

La pregunta, entonces, no es si el gas importado nos vuelve dependientes por definición lo hace, sino si somos capaces de transformar esa dependencia en disciplina. Colombia necesita un triángulo virtuoso: seguridad energética, desempeño operativo y cuidado ambiental. Ese triángulo se sostiene con tres vigas transversales. La primera es HSE con MRV de metano integrado: no como checklist, sino como cultura, con entrenamiento, simulación y auditoría de campo que reduzcan incidentes y cuantifiquen de manera trazable la intensidad de fugas a lo largo de la cadena. La segunda es la modernización digital del puente y de los sistemas OT/IT, con segmentación de redes, monitoreo en tiempo real, gestión de vulnerabilidades y planes de continuidad que traten la ciberseguridad como riesgo operativo, no como trámite de compliance. La tercera es el diseño de pilotos por etapas, con KPIs que importen de verdad disponibilidad de la FSU, tiempos de ciclo de isotainers, pérdidas térmicas, costo total entregado por MMBtu y una gobernanza que premie la mejora continua en trimestre móvil. Nada de esto luce en una foto de inauguración; todo esto sostiene el activo cuando la cámara se apaga. (Ver comunicaciones oficiales y resúmenes sectoriales sobre alcance, plazos y configuración logística.) Exmar+2Offshore Energy+2

Hay, además, una lectura institucional más honda. Si la FSU del Pacífico llega a tiempo y funciona con transparencia de datos, Colombia puede convertir un puente de importación en un estándar de operación. Eso vale tanto para puertos y armadores como para reguladores y usuarios industriales: publicar KPIs, auditar MRV de metano, consensuar umbrales de desempeño que activen cláusulas contractuales y, sobre todo, iterar. La modularidad no nos exonera de rigor; nos obliga a demostrar, en ciclos cortos, que cada eslabón agrega seguridad y eficiencia sin diluir la ruta a la descarbonización. Es una ética de la ejecución: hacer, medir, corregir, comunicar. Y volver a empezar. El Tiempo

En ese sentido, el anuncio de EXMAR y RDP es el comienzo de un método, no el final de una licitación. La industria lo ha entendido: distintas crónicas especializadas y financieras coinciden en el carácter “fast-track” del despliegue, en el rol de almacenamiento y en la expectativa de levantar condiciones precedentes en el corto plazo. La política energética haría bien en alinearse con esa temporalidad y blindarla de vaivenes. El país necesita menos épica y más constancia: una cadena que funcione todos los días, con la seguridad de que cada válvula, cada sensor y cada contrato cumplen lo que prometen. Splash247+1

Rawbai Energy se ubica ahí: en la ingeniería de las condiciones de éxito. Desde Colombia, y con experiencia construida en proyectos internacionales comparables, trabajamos codo a codo con equipos locales para poner nombres propios a esas tres vigas. En seguridad y desempeño, ayudamos a que HSE y MRV de metano convivan con la operación cotidiana; que el dato no sea posproducción, sino parte del turno. En digitalización y ciberseguridad marítima, acompañamos la modernización del puente y el tejido OT/IT con una lógica de resiliencia  a que evita que un incidente cibernético se vuelva un incidente industrial. Y en pilotos por etapas, diseñamos rutas de escalamiento que no romantizan “lo mínimo viable”: fijan KPIs, abren el tablero y documentan lecciones para que el siguiente trimestre sea mejor que el anterior.

Si el país convierte este puente en método, el Pacífico no será solo una puerta de entrada de LNG. Puede ser con disciplina la escuela donde Colombia aprende a ejecutar infraestructuras críticas con transparencia, seguridad y ambición justa. Y quizás ese sea el verdadero sentido de esta noticia: no que llegue el gas, sino que llegue un estándar.